8 mar 2009

REFLEXIÓN

Camino a casa


Todos nosotros en alguna vez nos hemos encontrado perdidos en algún lugar; sabemos a donde tenemos que ir, sabemos a donde debemos llegar, pero no sabemos en donde estamos. Obviamente es nuestro deseo el de llegar a ese lugar de seguridad, a ese lugar que llamamos casa. Pero en el momento la urgencia no está en encontrar la casa, porque la casa en cierta manera ya la conoces o ya tienes una idea de como es. La urgencia en el momento es encontrar el camino correcto hacia ella. Hay muchos caminos frente a ti, y tienes que decidir cuál es el camino correcto que te llevará hacia allá.

El buscar el camino correcto, básicamente, es el trabajo que tiene el hombre aquí en la tierra. Las personas que creemos en Dios, la gente que creemos que hay una vida mejor después de esta vida a través de Jesucristo tenemos la esperanza de saber que encontraremos la casa después de terminados nuestros días.

Acompáñeme un momento e imagínese esta escena conmigo. Imagínese tener con anticipación los boletos de entrada a algún concierto de opera. Tiene los boletos impresos en la mano y eso le da la seguridad de que entrará al mismo, pero hay algunas cosas que hacer antes para poder estar listo el día de la función: conseguir la ropa adecuada, tener los zapatos bien lustrados y verse lo mejor presentable, como la función lo amerita, estando listo para cuando dicho evento llegue. Como el lector comprenderá, ninguna de estas cosas son el concierto de ópera: ni el tiempo de espera, ni los preparativos, pero forman parte de la experiencia personal misma del concierto. Permítame usar esta pequeña analogía para tratar de explicar mi punto. Al morir Cristo por nosotros nos otorgó la salvación. Salvación que incluye el perdón de nuestros pecados y como consecuencia el rescate de nuestra alma. Aunque somos salvos el día que recibimos a Jesús como Señor de nuestras vidas, como los boletos que anticipadamente teníamos en nuestra ilustración anterior, es una salvación que se manifestará hasta el día del juicio final, según la Biblia, aún que nos consideramos salvos el día de hoy.

Para efectos de tratar de explicar esto y sin dejar a un lado la idea de que somos salvos el día que recibimos a Cristo, entre el día de hoy hasta el DIA de la manifestación de esa salvación hay un lapso de tiempo. En este lapso de tiempo hay ciertas responsabilidades y obligaciones que como cristianos debemos asumir.

Me voy a tomar la libertad de dividir estas responsabilidades y obligaciones en dos partes. Esta división tiene más que ver con el propósito final de las mismas más que con el dogma que representen.

La primera la llamaré las Generales: son aquellas que todo cristiano practica sin importar denominación.

La segunda las llamaré de Propósito: Éstas son aquellas que no necesariamente todos los cristianos tienen que practicar, debido a que tienen que ver más con el propósito personal de cada individuo. Un propósito el cual es divino, planeado por Dios, pensado y dirigido por Él.

En este punto me siento obligado a tener que aclarar algo. Hablando de nuestro tema principal el cual es encontrar el camino a casa, cuando uno trata de ilustrar alguna idea compleja, la mayoría de las veces hay un punto donde la ilustración pierde su relación con la idea misma. Cuando uno se encuentra perdido, es indispensable encontrar el camino correcto para llegar. Si suponemos que el cielo es nuestro hogar, entonces aquí es donde ya no concuerda la idea, porque muchas personas pueden llamarse cristianos, tener la seguridad de tener a Cristo en su corazón, pero nunca encontrar el propósito para sus vidas. A éste es al que la ilustración ubica como “el camino”. De eso se tratan estas líneas, acerca de encontrar el camino correcto a donde Dios quiere que vayamos durante el tiempo de espera.

Es mi propia búsqueda de Dios; mi propia búsqueda del significado de la vida; mi propia búsqueda del camino en esta tierra

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